Apocalipsis1:20

Jesús le dijo a Juan que las siete estrellas son “los ángeles de las siete iglesias”. Esto se explicó porque no era la interpretación normal de la palabra “estrellas” (favor de ver la nota con el 6:13 para otro uso de la palabra “estrellas”).

¿A quién o a qué se refiere la palabra “ángel” en este caso? En lugar de explicarte todas las posibilidades, que son varias, te diré la que creo que tiene mejor cabida en este contexto.

¿No te parece que estas son cartas escritas a las iglesias mismas, no solo a algún mensajero o un líder de la iglesia? Si crees que estas son cartas para las iglesias, tienes la razón. Observa que cada una de las letras termina con las palabras: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. No dice “lo que el Espíritu le dice al ángel de las iglesias”, si no “a las iglesias”. Cada carta comienza siendo dirigida al ángel de la iglesia, y termina siendo dirigida a la iglesia misma, como si fueran lo mismo.

La mejor explicación que he leído es que el “ángel de la iglesia” representa todo lo que es la iglesia, su personalidad, sus habilidades y debilidades, y el papel que empeña en su comunidad. Podríamos llamarlo el latido del corazón de la iglesia. Sin embargo, estas características se agrupan en una entidad, que se describe como la identidad celestial de la iglesia terrenal. Así como se percibe a esta congregación en el cielo, es decir, su reputación en el cielo, eso es su identidad celestial. Estas entidades celestiales (las siete estrellas), junto con las personas que componen la congregación (el candelabro de oro), demuestran primero los aspectos espirituales y luego los aspectos físicos de la iglesia. Las siete estrellas y los siete candeleros a menudo se mencionan juntos, porque juntos representan las realidades espirituales y físicas de cada congregación. Las siete estrellas representan la reputación de la iglesia en el cielo, y los siete candelabros de oro representan la reputación de la iglesia en la tierra.

La palabra “ángel” también significa “mensajero”. Un mensajero era alguien que  representaba a otra persona. El mensajero hablaba con la misma autoridad que la persona que lo envió, porque esa autoridad le había sido otorgada por el que lo envió (pero era autoridad limitada a esa situación). Por lo tanto, rechazar a un mensajero del rey era rechazar al rey. Aceptar al mensajero de un rey era aceptar al rey.

El ángel de la iglesia en Éfeso no es el mensajero de Dios para ellos, sino su representante ante Dios. Por lo tanto, una carta al ángel de la iglesia en Éfeso era una carta a la iglesia de Éfeso. El mensajero y la iglesia que representa son una sola cosa. Creo que el mensajero no fue una persona individual, más bien el “latido del corazón” de la iglesia, la vitalidad acumulada, o la falta de ella, que subió a Dios desde ellos. La carta al ángel de la iglesia de Éfeso es una carta al pueblo de Dios en Éfeso, tal como parece ser al leer lo.

¿Cuál es el énfasis creado al decir “al ángel de la iglesia en tal lugar”? La intención es de ir más allá de simplemente decir: “A la iglesia en tal lugar”. La intención es indicar que Dios ve, conoce y comprende todo lo que sucede en esa congregación, lo bueno y lo malo, porque su reputación ha llegado a Su atención y Él ha escuchado el latido de su corazón. Por esa razón, He optado escribirlo: “Escribe esto a la iglesia que Dios conoce y entiende plenamente”.

Es significativo que el texto dice que las siete estrellas estaban en la “mano derecha” de Jesús. La mano derecha era un signo de fuerza y ​​honor. Jesús le da un gran valor al latido del corazón de las iglesias; les ha concedido honor y estima; las sostiene en su mano poderosa (esto no implica que su mano izquierda es débil).

El uso de “candelabro” se explica porque aquí representa algo diferente a su significado normal. En el diseño y la organización del Tabernáculo y el Templo, los candelabros representaban la gloria de Dios. Allí Dios no necesitaba ninguna participación del hombre para mostrar Su gloria. Sin embargo, en la imagen que se usa aquí, Dios involucra al hombre en la demostración de Su gloria. Los siete candelabros de oro representan a todo el pueblo de Dios que muestra la gloria de Dios al mundo.

No debemos perder de vista el hecho que se trataba de candeleros de oro. El oro era un símbolo de pureza porque el oro tenía que ser muy puro para tener valor. Si había alguna impureza mezclada con el oro, no valía nada. El símbolo de la pureza concuerda bien con la idea de que la gloria de Dios se revela a través de Su iglesia. Una vida pura y santa testifica como ninguna otra cosa del poder transformador de Dios. ¡Le da gloria!

El candelabro del templo de Israel fue hecho con seis brazos y cada brazo terminaba en una pequeña copa que contenían aceite; en medio había otra copa para cumplir las siete copas. Esto no era un candelero con velas, sino que quemaba el aceite en las copas. El aceite en la Biblia usualmente representaba al Espíritu Santo, o uno de los beneficios que el Espíritu puede ministrar en nuestras vidas. Entonces, esta imagen es un símbolo de la unción del Espíritu Santo y nuestra obediencia a Él. Esto concuerda con la idea de pureza, porque de hecho, el control del Espíritu sobre nuestras vidas es necesario para la pureza.

Las iglesias, como candelabros, deben iluminar el mundo; tienen el propósito de tomar la luz de Cristo, y transmitirla a los demás. Esto se refiere al evangelismo y los esfuerzos de los creyentes para ganar a otros a la obediencia del Evangelio.

Había siete candeleros de oro que se referían a “todo” el pueblo de Dios, puesto que siete significa todo.

En resumen, la frase “Siete candelabros de oro” representa 1) todo el pueblo de Dios 2) sirviendo como una reflexión de la gloria de Dios, 3) a través de la pureza de vida, 4) el cual es posible por el Espíritu Santo, 5) haciéndonos brillar la luz del Evangelio al mundo.

¡Eso es el poder de los símbolos bíblicos!